Advertencia.- Todo indica que en materia de corrupción y de corruptos en este gobierno hay –si se nos permite parafrasear la célebre expresión del profesor Juan Bosch sobre la política– cosas que se ven y cosas que no se ven, algo de lo que parecen estar convencidos los senadores peledeístas Wilton Guerrero y Francisco Domínguez Brito, quienes no solo coinciden en exigir al gobierno mayor firmeza en la persecución y sanción de los funcionarios corruptos a propósito del alboroto que ha desatado la entrevista, en el programa de Nuria Piera, del encargado del programa de Reducción de Apagones (PRA), sino en preguntarse también qué estará pasando, ante la evidente falta de controles, en otras instituciones del Estado con mayor incidencia pública y mejores presupuestos.
Mas o menos en la misma onda se expresó el ex presidente del Conep, Celso Marranzini, al afirmar que a partir de lo que ocurre en el PRA (nepotismo, clientelismo religioso, abultamiento de la nómina, desvío de inversiones hacia áreas ajenas a la naturaleza de la institución…) lo que procede es hacer una revisión de arriba abajo en la CDEEE, donde podría estar sucediendo lo mismo o algo peor.
Pero ni los senadores ni el empresario han tenido que dar muchas vueltas ni hacer muchos análisis para llegar a las conclusiones a las que han llegado, pues se trata de un asunto de simple lógica, de sumar dos mas dos, la misma lógica que lleva a concluir que un gobierno tan laxo y permisivo con la corrupción (la madre de todos los males, como acaba de bautizarla monseñor Jesús María de Jesús Moya) manifiesta de sus funcionarios, temina ahogándose en su propia inmundicia y completamente desacreditado. Para que después no digan que no se les advirtió.