Refrescando la memoria.- El anuncio de la Superintendencia de Bancos de que someterá a la justicia, acusado de lavado de activos, al casa cambista de Nagua Francisco Baldera, padre de Eduardo Baldera Gómez, el joven que permaneció 22 días secuestrado hasta que logró escapar aprovechando un descuido de sus captores, trae de regreso a la memoria colectiva el sonado caso, nunca aclarado del todo y hasta el sol de hoy rodeado de grandes interrogantes, al extremo de que no son pocos los que dudan que ese secuestro se haya producido realmente.
Y es que mucha gente sigue convencida de que se trató mas bien de un autosecuestro, o de alguien que no encontró otro modo de cobrarle una deuda a su papá; o como probablemente todos lo recordaremos finalmente: un espectáculo de mal gusto en el que tuvieron participación destacada importantes autoridades como el jefe de la Policía Nacional, el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín. También nos ha hecho recordar ese anuncio que dos de los supuestos secuestradores de Baldera —Cecilio Díaz y William Batista— fueron ejecutados por miembros de la Policía a pesar de que les fueron entregados vivos, tal y como determinó la comisión oficial designada para investigar el intercambio de disparos con que la versión oficial pretendió encubrir su asesinato, que un tercer sospechoso de estar involucrado en el plagio desapareció de la faz de la tierra, como ocurría en los oscuros tiempos del doctor Joaquín Balaguer y sus fatídicos doce años, y que muchos ciudadanos fueron vejados y torturados mientras se realizaban las investigaciones de ese hecho, que como tantos acontecimientos en este país sin memoria se ha quedado en una especie de limbo donde acumula polvo, indiferencia y olvido. Y después nos quejamos….