No se pierde nada.- Como no hay mal que por bien no venga, propicia es la ocasión para señalar aquí que los problemas confrontados por los partidos políticos para conformar su boleta electoral, situación provocada –también hay que decirlo– por los tejemanejes, despojos y marrullerías de sus dirigencias, ha impedido que la campaña electoral arranque con toda su intensidad, pero lo cierto y verdadero es que no nos perdemos de gran cosa: los mismos caravaneos, marchas y mano a mano que permiten ejercer la demagogia cara a cara, las ruidosas y conocidas disco-lights que atentan contra la paz pública y el medio ambiente, y por supuesto lo que nunca falta: las mutuas descalificaciones entre candidatos, agravadas por la ausencia total de propuestas concretas, viables y creíbles de quienes aspiran a representarnos desde el Congreso Nacional y los ayuntamientos. ¿Qué otra cosa esperar de un campaña electoral precedida de un grosero, indecente y desvergonzado baile de máscaras; perdón, quise decir de tránsfugas?
Tema de campaña.- Nadie puede culpar al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su presidente, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, por hacer ahora, en plena campaña electoral, lo que debió estar haciendo desde hace mucho tiempo; una vigorosa, sistemática y consistente oposición, aprovechando la mínima pifia del gobierno y sus funcionarios para sacarle capital político, que en tiempos de zafra electoral como los que discurren puede traducirse en votos contantes y sonantes. El anuncio o la indiscreción que permitió al país conocer las intenciones del gobierno de subir la tarifa eléctrica después de las elecciones de mayo próximo ha ofrecido al PRD y sus estrategas la oportunidad de oro de convertir esa alza, definitivamente impopular, en un provechoso tema de campaña.