QUÉ SE DICE

<P>QUÉ SE DICE</P>

El Plan B.- Si es cierto, como  dice el gerente de Comunicaciones de la Barrick, que “no está sobre la mesa” una  renegociación de su contrato de explotación del oro de Pueblo Viejo, como planteó el presidente Danilo Medina en su discurso ante la Asamblea Nacional el pasado 27 de febrero, la cosa se va a poner interesante. Porque eso quiere decir que la minera canadiense hará resistencia a las pretensiones de las autoridades dominicanas de cambiar sus términos, que el  presidente Medina calificó  de “sencillamente inaceptables”, lo que obligará  al mandatario, que ya comprometió  su palabra con esa renegociación, a recurrir entonces al Plan B. Y ese Plan B no puede ser otro que el envío al Congreso Nacional de una ley creando un impuesto a las “ganancias inesperadas”, que gracias al fervor patriótico del que hacen galas en estos días nuestros legisladores no tendría ningún problema en ser aprobado con la misma ligereza y sentido de urgencia –vaya ironía– que el contrato de explotación que hoy se quiere satanizar. El portavoz de la Barrick, Jorge Esteva, dijo tener la esperanza de que el gobierno esté considerando las consecuencias de tomar esa decisión, lo que cualquier buen entendedor interpretaría como una velada advertencia sobre sus negativas implicaciones para el país y su clima de negocios. ¿Llegará el gobierno tan lejos? Eso depende de la Barrick Gold y su voluntad de renegociar ese contrato de manera  amigable, como sabe que le conviene tratándose de una propiedad tan valiosa (estamos hablando de uno de los depósitos de oro no desarrollados más grandes del mundo), pues ya el presidente Medina anunció sus intenciones y todo indica que no se detendrá hasta hacerlas realidad . Mientras tanto, y como quien se prepara para lo peor, el Gobierno debería definir cuanto antes, y comunicárselo así a la Barrick, cuándo concluye el “plazo prudente” para sentarse a discutir con sus directivos los nuevos términos de ese contrato. No hay de otra.

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