Un cambio para que todo siga igual- Así como se dice que en toda guerra la primera víctima suele ser la verdad, también puede afirmarse que en la guerra sucia en que ha devenido el actual proceso electoral la primera víctima del abuso desenfrenado de la promesa electoral y la demagogia barata ha sido el concepto de cambio, degradado y relajado de tal modo que el candidato oficialista Danilo Medina se da el lujo de proclamar a boca llena que encarna el verdadero cambio, como si no se diera cuenta, ni tampoco un electorado al que presume ciego y sordo además de tarado, de que el Presidente de la República anda por ahí haciendo proselitismo con más entusiasmo y despliegue que el propio candidato, ni que la Primera Dama, candidata a la Vicepresidencia, le ha robado protagonismo y presencia en el escenario electoral con su carisma y abundancia de recursos.
¿Cómo puede el ex presidente Hipólito Mejía, genio y figura hasta la sepultura, representar ese anhelado cambio si en el PRD, el partido de la eterna esperanza nacional, estamos viendo las mismas caras desde hace más de treinta años? La gente se hace esas preguntas de mil y una maneras distintas, sospechando que ambos candidatos tratan de meterle gato por liebre, pero conociéndolos tan bien a unos y otros dudo mucho yo que se trague un cuento tan sabido, aunque al final de cuentas se decante –porque no tiene otra opción– por el peor de los males. Y la razón es tan sencilla como evidente: hace rato que nuestros políticos nos convencieron con sus hechos, tanto los del gobierno como los que hoy están en la oposición y viceversa, de que no están en disposición, porque no les conviene, de promover los cambios que está demandando la sociedad dominicana.