QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Diálogo de sordos.-  Es evidente que los directivos del Colegio Médico Dominicano y las autoridades de la Secretaría de Salud Pública  están hablando idiomas distintos, y así resulta muy difícil entenderse y mucho menos ponerse de acuerdo en cualquier cosa.

Médicos y autoridades se reunieron esta semana, a instancias de los periodistas Huchi Lora y Nuria Piera,  en el despacho del doctor Bautista Rojas Gómez, pero al otro día de ese encuentro, definido como cordial por ambas partes, los médicos convocaron una rueda de prensa para  denunciar que se trataba de un engaño  con el que el gobierno pretendía embullarlos para  ganar tiempo. Sin embargo ese encuentro, el hecho mismo de que los doctores Waldo Ariel Suero y Bautista Rojas Gómez lograran sentarse en una misma mesa con el propósito de iniciar un diálogo entre el gremio médico y el gobierno constituye un avance extraordinario para un conflicto que se prolonga inútilmente  en el tiempo sin avances ni resultados a la vista, debido mas que nada a que ambas partes se mantienen atrincheradas en sus respectivas posiciones. Cuando se habla de diálogo se está hablando, también, de negociación, de regateo, de ofertas y contra ofertas, de una posibilidad de entendimiento, siempre y cuando –desde luego– ambas partes estén dispuestas a dar su brazo a torcer, a hacer concesiones, en aras de lograr los objetivos procurados, que en el caso de los médicos y las autoridades sanitarias no pueden ser tan distintos ni distantes como para que no sea posible, en algún punto,  una coincidencia. Al retirarse de la mesa de negociaciones con una excusa tan infantil para seguir adelante con su “jornada de lucha” (el jueves pasado paralizaron los servicios en los hospitales de la región Este y el próximo jueves le toca a los de la región Sur) los médicos renuncian a la única posibilidad de conseguir, así sea parcialmente, lo que le están reclamando al Gobierno, que ha demostrado hasta la saciedad que no se deja impresionar con   huelgas, paros ni piquetes, aunque estos solo afecten a nuestra población más pobre y vulnerable.

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