QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Cielos abiertos.- Y continúa, como la cosa más natural del mundo, el  bombardeo de drogas sobre la región Este del país, de lo que nos enteramos  solo cuando por algún problema de coordinación o cualquier otra razón alguno de esos cargamentos no llega a las manos que les esperaban en territorio dominicano. Así acaba de ocurrir  en La Romana, donde la Dirección Nacional de Control de Drogas incautó, durante  un operativo realizado en el batey Montecarlo, 75 kilos de cocaína. En esta oportunidad la DNCD, que contaba con el auxilio de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA),  daba seguimiento a quienes recibirían en República Dominicana el cargamento, que de todas maneras lograron escapar  de la persecución de las autoridades debido, según se ha explicado, a lo escarpado del terreno. Sin embargo,  en la mayoría de las ocasiones el organismo antinarcóticos ni siquiera se  entera de la  droga bombardeada sobre una región tan grande y despoblada, en la   que  abundan las grandes plantaciones, y que resulta  imposible de mantener bajo una vigilancia estricta sin contar  con  los recursos ni el equipo adecuado. Por eso es que el  general  Radhamés Ramírez Ferreira se ha desgañitado reclamando, sin ningún éxito hasta ahora, que se mejore la capacidad del país de vigilar su espacio aéreo, empezando por la adquisición  de un moderno radar que permita dar un mejor seguimiento a los vuelos de baja altura. Y pensar que en la pasada campaña electoral tanto los partidos políticos como  el gobierno gastaron miles de millones de pesos en propaganda y politiquería,  incluído el vulgar reparto de salamis y pollos vivos entre una militancia envilecida por el clientelismo, para al final de la fiesta quedarnos tan solo con los desagradables efectos de la  resaca. Mientras tanto el narcotráfico internacional sigue operando a sus anchas en  la región Este, mas que nada gracias a la política de cielos abiertos a que nos condena nuestra inexplicable resistencia a invertir unos cuantos dólares en adquirir los esquipos que nos permitan mantener una vigilancia  efectiva de nuestro espacio aéreo.  ¡Gajes de nuestra tropicalizada  democracia!

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