Qué se dice

Qué se dice

Fraude eléctrico.-  Puedo afirmar aquí, sin pretensiones de    ponerme muy “sociológico”,    que el robo de  energía eléctrica, tanto entre los pobres  y miserables como entre los ricos y poderosos, es parte de nuestra “cultura”, como lo es nuestra incapacidad para hacer fila a la hora de procurar algún servicio,  respetar la luz roja de los semáforos o arroparnos tan solo hasta donde nos  alcanza la sábana. Sin embargo, seguir dando rienda suelta a ese aspecto de nuestra “cultura” no solo puede resultar  muy  peligroso, como bien saben tantas víctimas de accidentes producto de conexiones ilegales, si no que puede incluso  llevarnos directo a la cárcel.

Es  lo que le acaba de ocurrir a tres contratistas que ofrecen sus servicios a la distribuidora Edeeste, a los que una decisión judicial impensable hasta hace tan solo muy poco tiempo envió a prisión por tres meses,   acusados de cometer fraude eléctrico. Desde luego, cambiar el comportamiento de la gente, doblegar su resistencia a reconocer que se trata de un servicio por el que tiene que pagar,  no ocurre de un día para otro, pero como eventual disuasivo ayuda mucho  la aplicación rigurosa (léase sin contemplaciones ni favoritismos) de la ley  a quienes cometan fraude eléctrico. 

Eficiencia policial.- No es por nada, pero cuando uno ve lo rápida y eficiente que es la Policía Nacional cuando se trata de perseguir delincuentes que han tenido entre sus víctimas a gente conocida, importante o famosa, por ejemplo un juez de la Suprema Corte de Justicia, tiene que llegar, necesariamente, a una de dos conclusiones: o la llamada institución del orden puede, cuando  está suficientemente motivada o interesada,  responder de manera oportuna y sin dilaciones a las expectativas de la ciudadanía a la hora de perseguir el delito y a los delincuentes, o simplemente sale de cacería por ahí en procura de  un culpable al que cargarle el muerto para  quitarse  de encima las incómodas presiones de la opinión pública. ¿Usted qué cree?

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