¿P´lante o p´trás?
No debería resultarle muy difícil al doctor José Manuel Hernández Peguero complacer a su superior inmediato, el doctor Radhamés Jiménez, remitiéndole las pruebas de su denuncia sobre la gran cantidad de arrestos ilegales que realiza la Policía Nacional a través de las redadas, un problema que preocupa no solo al fiscal del Distrito Nacional sino también a entidades vinculadas a la defensa de los derechos humanos y a todo el que aspira a que en este país prevalezca un verdadero estado de derecho.
Ha sido la propia Policía Nacional, y ahí están las colecciones de los periódicos para el que quiera comprobarlo, la que se ha ocupado de difundir a los cuatro vientos sus apresamientos masivos, el último de ellos hace casi un mes en la ciudad de Santiago, como parte de su lucha contra la delincuencia, olvidando que ese tipo de apresamientos es ilegal. ¿Cuál ha sido el pecado del doctor Hernández Peguero?
Atreverse a criticar públicamente el desempeño de la Policía, ilustrando esa crítica con una estadística harto reveladora; tan solo en la Capital se producen alrededor de 2,000 arrestos ilegales al mes. ¿Qué tiene eso de malo en una democracia, sobre todo si esa crítica es pertinente y solo pretende mejorar el clima de respeto a las leyes y a los derechos de los ciudadanos?
En lugar de insistir en la necedad de exigir pruebas de lo que está a la vista, tanto Franklyn Almeyda como Radhamés Jiménez deberían felicitar al doctor Hernández Peguero por su decisión de iniciar una campaña que procura educar a los ciudadanos en el conocimiento de sus derechos pero también a los agentes policiales sobre su obligación de respetarlos, porque eso nos convierte en una sociedad más justa, respetuosa y civilizada. Si es verdad, como proclama la cantaleta propagandística oficial, que el país va p´lante, no parece lógico ni consecuente que la Policía marche en sentido contrario.