¿Y el sentido común?- No sé qué tan débiles o insuficientes resultaron las pruebas presentadas por el Ministerio Público y la Policía Nacional, que acusan a Raúl Serumberto Mota Reynoso, alias Vantroy, de la comisión nada mas y nada menos que de 51 crímenes, incluídos 36 asesinatos, a la cabeza de una banda de sicarios que se hacía llamar Los Doce Discípulos de Guachupita, pero el hecho de que este fuera apresado luego de ser repatriado desde México, a donde viajó valiéndose de un pasaporte falso, debió obligar al juez de atención permanente de la provincia Santo Domingo, José Rosario Hernández, a considerar seriamente el riesgo de fuga del imputado y ordenar de inmediato su prision preventiva. ¿Qué sentido tiene ponerle impedimento de salida a un hombre que ya demostró que tiene medios y recursos para salir del país de manera ilegal y cuando le venga en ganas? ¿Qué arraigo puede tener un individuo que lleva un año prófugo, que tiene antecedentes penales y que no puede demostrar una actividad económica lícita de la cual vivir? ¿Cómo es posible, después de hacer tanta alharaca y de formular acusaciones tan graves, que la Policía no haya aportado pruebas creíbles y convincentes de esas acusaciones? Quien les escribe no es experto en el Código Procesal Penal ni cosa que se le parezca, pero si un juez no es capaz de apelar al sentido común a la hora de tomar sus decisiones y, en el caso de un imputado con un prontuario tan extenso como el de Vantroy, de considerar su mas que evidente peligrosidad, su demostrada capacidad de dañar a la sociedad, entonces hay que concluir que estamos muy mal, y dentro de poco, de seguir por ese camino la justicia dominicana, estaremos mucho peor. Y después de ahí, a Dios que reparta suerte…