Lujo innecesario.- Ignoro cuántos países de este globalizado planeta pueden darse el lujo de tener un equipo de ministros millonarios dirigiendo el gobierno, como ocurre en este país colocado –para su eterna desgracia– en el mistro trayecto de piratas y corsarios (los de antes y los de ahora), pero sí tengo la certeza de que no deben ser muchos. Dudoso honor para un país donde la pobreza es una tara que padecen millones de personas, entre las que no es posible encontrar –valga la aclaración– ni un solo político de profesión. Y aunque estoy convencido de que cuando el presidente Danilo Medina prometió hacer, desde el gobierno, lo que nunca se ha hecho, no pensaba en estrujarle en la cara al país un lujo tan innecesario, no hay dudas de que al escoger y designar a los miembros de su gabinete se convierte, ante los asombrados ojos del mundo, en el responsable de un logro que más que mérito parece afrenta.
Espaldarazo.- Supongo que Roberto Rodríguez Marchena, portavoz presidencial, está feliz después de que el gobierno del presidente Danilo Medina recibió ese espaldarazo, pues no todos los días una personalidad pública de la influencia del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez sale en defensa de una administración de manera tan abierta y ostensible. Y lo mismo debe estar pensando la gente de Participación Ciudadana, cuyas críticas al pobre cumplimiento de parte del gobierno de los compromisos que asumió con la firma del Protocolo por la Transparencia e Institucionalidad motivaron la reacción del Cardenal, quien haciendo suyo ese pleito le respondió al movimiento cívico que el mandatario no es mago para hacer en siete meses lo que prometió en su campaña. Y de la defensa pasó al ataque: sería bueno que Participación Ciudadana demuestre qué están haciendo ellos; yo creo que es muy fácil criticar. A quien Dios se lo dio, que San Pedro se lo bendiga… y Marchena lo goce.