Qué se dice

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Pacto diabólico-. Nada inocente hay en política, mucho menos cuando se ejerce desde el poder y se lleva el nombre de Leonel Fernández Reyna, el más aventajado discípulo, dentro y fuera del PRSC, del doctor Joaquín Balaguer,  quien al irse a la tumba le dejó  como herencia al país, a su cultura política, la impronta de su dilatado ejercicio de la Presidencia de la República y, sobre todo,  la doctrina del  “todo vale” que le permitió ejercerla contra viento y marea.

El pacto firmado con  el dirigente perredeísta Miguel Vargas Maldonado, no con el presidente de esa organización o una representación formal de su dirigencia, es una típica “balaguerada”, por lo que no es de extrañar que hoy tenga de vuelta y media a todo el país, que intenta desentrañar su significado y, más que nada, su impacto sobre el actual escenario  político. ¿Ya no necesita el presidente Fernández a los reformistas, donde cada cabeza es un mundo y tiene su propio precio, para buscar el bajadero que reencauce la “reforma de Leonel”?

¿Cayó Vargas Maldonado en un gancho histórico al prestarse a rubricar un pacto que  atropella sin mayores miramientos la institucionalidad  del  alicaído PRD? ¿Por qué  creer en una reforma que, al margen de los debates de la Asamblea Revisora, puede cambiar de rumbo y destino en atención a la voluntad  de dos políticos y sus personales ambiciones de poder? La naturaleza perversa de ese pacto, las densas sombras que lo envuelven, impiden responder en lo inmediato cualquier pregunta, pero ha vuelto a poner en evidencia que la capacidad de maniobra del Príncipe es de altos vuelos, como demostrado ha quedado también que los políticos del patio son tan solo pichones, “alitas cortas” que nunca podrán estar a la altura de sus marrullerías y tejemanejes.

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