Policías y actores.- Quienes tuvimos la oportunidad de ver el programa de Nuria Piera el pasado sábado todavía no salimos del asombro, entre otras cosas porque no sabíamos que hubiese agentes policiales con tanto talento para el histrionismo y la actuación ni que su jefatura les diera la oportunidad de dar rienda suelta a sus innatas habilidades.
Nuria demostró que por lo menos dos de los pandilleros arrepentidos que presentó hace algún tiempo a la prensa la Policía Nacional como parte de un programa que procura la reinserción social de los delincuentes eran policías disfrazados, que hasta tuvieron la cachaza (o mejor dicho el talento) de recrear ante los periodistas sus amargas experiencias en el mundo de la criminalidad y la violencia y cómo son hoy hombres decentes y de trabajo gracias a la mano amiga y comprensiva que les ha tendido la institución. ¿Qué necesidad hay de recurrir a esa clase de engaños a la opinión pública?
¿O será que estamos ante una especie de política de relaciones públicas destinada a falsear y magnificar las acciones policiales? ¿Debemos inferir, a partir de ese truculento montaje, que la utilización de actores -policías es frecuente cuando se anuncian sus logros institucionales o el apresamiento de una peligrosa banda de sicarios? ¿Cómo saber, de ahora en adelante, qué es verdad y qué es mentira de lo que nos dice? Esa clase de acciones (cuando se descubren, desde luego) hacen mucho daño a la Policía ya que contribuyen a erosionar aún mas su credibilidad pública, en números rojos desde hace tiempo, y algo peor todavía: destruyen la confianza y el respeto que debe inspirar la institución responsable de proteger nuestras vidas, bienes y propiedades.