Complicidad.- Se trata de una complicidad de larga data que ha hecho mucho daño, probablemente incalculable, a la foresta nacional, pero pocas veces una autoridad se atreve a denunciarlo públicamente y sin medias tintas. El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales acusó de las recientes quemas de árboles que afectaron a varios parques nacionales a ciudadanos haitianos pagados por dominicanos interesados en utilizar esas tierras en labores agrícolas, el famoso conuquismo responsable de que las lomas de Haití estén hoy completamente peladas y el resto del país convertido en un virtual desierto. Falta ahora que Medio Ambiente, que acompañó su denuncia de la advertencia de que se mantendrá vigilante para someter a la justicia a quienes incurran en esa ilegal práctica, pase de las palabras a los hechos y pueda señalar, con nombres y apellidos, a los malos dominicanos que por codicia se prestan para deforestar nuestros bosques confiados en que, como siempre, las culpas de la criminal depredación recaerán sobre nuestros vecinos.
La queja de Camilo.-Se queja Rafael Camilo, Director de Aduanas, de que a los delincuentes se les conceda mayor credibilidad que a las autoridades, a propósito del escarceo alrededor del decomiso por parte de la Marina de Guerra de 1,5 millones de dólares a dos individuos que los traían de contrabando desde Puerto Rico en una lancha, pero versiones atribuidas a los abogados de los detenidos hablan de 5 millones de dólares. Es comprensible que las suspicacias en torno a la cantidad de dinero incautada molesten al director de Aduanas, pero la causa de esa desconfianza hay que buscarla en las propias autoridades y la frecuencia conque estas se ven envueltas en escándalos que minan su credibilidad, al extremo de que a veces resulta difícil diferenciarlas de los criminales y delincuentes a los que se supone persiguen.