En manos del Señor– . Lo más preocupante del lamentable episodio protagonizado por la Policía Nacional, que disfrazó de pandilleros arrepentidos –tal y como mostró en un reportaje Nuria Piera– a dos de sus agentes para promover el éxito de su programa de rehabilitación de delincuentes, es que su vocero, el general Nelson Rosario, no parece convencido de haber hecho nada malo al utilizar esos falsos testimonios con el claro propósito de engañar a la opinión pública.
Y como la Policía no cree haber hecho nada pecaminoso no hay ninguna razón para que pida excusas por la engañifa o que dé muestras de arrepentimiento, como tampoco hay nada que impida que vuelva a repetir el engaño si así lo considera necesario o conveniente. No olvidemos que solo rectifica el que acepta el error cometido o reconoce haber actuado de manera incorrecta, y resulta más que evidente que la actual jefatura policial está convencida –como dicen por ahí– de que se la está comiendo. Que Dios nos coja confesados.
Jueces interinos.- Hace tiempo que se identificó a los erráticos jueces interinos, protagonistas de más de un escándalo, como una de las asignaturas pendientes de la justicia dominicana, pero hasta que no se produjo el lío desatado por la libertad concedida a un tal Vantroi, acusado por la Policía de encabezar una banda de sicarios responsable de la muerte de al menos 36 personas, la Suprema Corte de Justicia no se decidió a tomar acciones concretas.
Y como nunca es tarde si la dicha es buena, hay que saludar la decisión del doctor Jorge Subero Isa de pedir a los jueces presidentes de las Cortes de Apelación que reduzcan la designación de jueces interinos y abogados en ejercicio como jueces de paz. Claro, sería un iluso quien creyera que eso resuelve el problema y que se acabarán los escándalos y las sentencias mostrencas, y no hace falta ser presidente de la Suprema –valga la precisión— para llegar a esa conclusión.