CLAUDIO ACOSTA
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El Gran Día. Ha llegado la hora, el gran momento, el esperado día en el que acudiremos a las urnas a depositar nuestro voto para elegir a quien nos gobernará los próximos cuatro años.
También es el día en que tendremos la oportunidad de comprobar si las encuestas, que en su mayoría dieron ganador al candidato-Presidente en primera vuelta, finalmente tenían razón, o si por el contrario sus resultados fueron tan solo una percepción provocada, tal y como estuvo argumentando la oposición hasta el cierre mismo de la campaña electoral, por el extraordinario despliegue de recursos de que hizo galas el candidato oficialista, sobre todo en el gasto publicitario, como efectivamente quedó evidenciado en los informes de observación electoral elaborados `por Participación Ciudadana.
Y, desde luego, también es el día en que la Junta Central Electoral, su presidente y el resto de sus integrantes están llamados a desempeñar un rol estelar al cumplir con su responsabilidad de organizar un proceso de votación creíble y transparente, para lo cual cuentan –justo es decirlo– con la confianza de la ciudadanía, los partidos y el resto de la sociedad, y por si esto fuera poco el beneplácito del embajador norteamericano en el país, Robert Fannin, quien dice estar muy impresionado con el trabajo realizado por el tribunal de elecciones. ¿Acaso se necesita mas?
Promesas de campaña.- Reflexionaba el otro día un chusco, de esos que tanto abundan en tertulias y mentideros, que a los candidatos de partidos pequeños les ha resultado más fácil prometer villas y castillas, sencillamente porque saben con absoluta certeza que nunca tendrán la oportunidad, y por tanto tampoco la obligación, de cumplirlas o que, en su defecto, se les eche en cara su incumplimiento, por lo que están en completa libertad de ofrecer a diestra y siniestra sin remordimientos de conciencia.
A punto estábamos de desestimar, por infundada, la hipótesis del chusco amigo, cuando nuestros ojos se tropezaron, en uno de nuestros diarios, con la prueba irrefutable de que ciertamente tiene razón: Trajano Santana, candidato del PRI, prometiendo acabar con nuestra secular pobreza en solo dos años, siempre y cuando -desde luego- lo eligen presidente este 16 de mayo.