QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Ejércitos partidarios.- Quien desde el extranjero lea, vea o escuche que en República Dominicana, donde el próximo viernes 16 de mayo se celebrarán elecciones presidenciales, se ha creado un movimiento de ex militares y ex policías retirados, dirigidos por un ex jefe del Ejército Nacional, con el declarado propósito de constituirse en un “ejército voluntario” dispuesto a defender el voto en favor del candidato del PRD, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, podría hacerse una idea equivocada  de nuestra realidad política e institucional.

¿Hace falta, a estas alturas del desarrollo y consolidación de la democracia dominicana, que los partidos políticos formen esa clase de “ejércitos”? ¿Para qué está entonces la JCE, a la que se le han asignado  ingentes recursos para la organización de unos comicios creíbles y transparentes, además de que se le ha dotado, a través de la Policía Militar Electoral (integrada por 42 mil policías y militares), de la capacidad de impedir cualquier perturbación o amenaza a la paz pública o al propio proceso electoral? El doctor Julio César Castaños Guzmán, presidente del tribunal de elecciones, ha expresado de inmediato su rechazo al tono belicoso  utilizado por el general retirado Radhamés Zorrilla Ozuna así como al propósito que anima la creación del “ejército” bajo su mando, rechazo que debe compartir la mayoría de  la población, a estas fechas convencida, a pesar de los muchos sobresaltos y tropezones, de que si bien no hemos alcanzado la perfección democrática que exhiben otras naciones más desarrolladas  sí hemos sido capaces de dejar en el camino muchas experiencias negativas. Lo hemos dicho otras veces por aquí, de muchísimas maneras y en distintas circunstancias, pero es obvio que hay que seguir repitiéndolo, incluso más allá del cansancio: para vivir en democracia debemos aprender a comportarnos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, como verdaderos demócratas, precisamente el gran déficit que todavía arrastra, como un enorme y pesado lastre, la democracia dominicana.

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