Qué se dice

Qué se dice

A propósito de las previsibles críticas que condenarán, con poco disimulada indignación, la transacción que hizo posible que el doctor Rafael Suberví Bonilla acepte acompañar al presidente Hipólito Mejía en su incierta aventura reeleccionista, hay que hacer un paréntesis para felicitar al secretario general perredeísta por la alta cotización alcanzada por sus bonos políticos, siempre y cuando sea cierto lo que se dice que consiguió a cambio de dar el ansiado «sí» al mandatario, con la calculada malicia de la novia que se hace rogar antes de consentir, finalmente, que la lleven al altar. No faltarán, por supuesto, quienes atribuyan una cotización tan elevada a la desesperación de quienes necesitan, como un asunto de vida o muerte, un candidato vicepresidencial con cierto arraigo en un PRD maltrecho y dividido, pero sería injusto pedirle a un profesional de la política -como se define a sí mismo el doctor Suberví Bonilla- que rechace las oportunidades que de manera tan generosa tocan a su puerta.

[b]¡Buen viaje![/b]

Nadie sospechaba que el presidente Mejía, que lo ha llamado, con infinito desdén, hasta «pollo manilo», se tomara tan en serio al candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, hasta el extremo de decidir enviar una delegación de funcionarios al exterior, concretamente a Estados Unidos y Europa, para responder la «campaña» impulsada por el doctor Leonel Fernández acusando al mandatario de gestar un fraude electoral el próximo 16 de mayo. La delegación la integrarán, según reveló en el Palacio Nacional el licenciado Vicente Sánchez Baret, el doctor Fernando Durán, director de la Oficina de Información, Análisis y Estrategia de la Presidencia; el ingeniero Tomás Hernández Alberto, director del Instituto Agrario Dominicano; el doctor Carlos Gabriel García, director de Autoridad Aeroportuaria, y el licenciado Rafael Díaz Filpo. A ninguno de esos comisionados, sin embargo, se le conoce como experto en asuntos electorales, y mucho menos como integrantes de la Junta Central Electoral, único organismo -hasta donde se sepa- en capacidad de ofrecer garantías de transparencia en torno a la celebración del certamen electoral venidero. De todas maneras hay que desearle a los miembros de esa delegación que tengan buen viaje, que gocen mucho y que, por supuesto, gasten poco.

[b]Bajo observación[/b]

Habrá que repetir, hasta más allá del cansancio, que nada tiene de reprochable, en los globalizados tiempos en que vivimos, que la Unión Europea, a través de su embajador en el país, llame la atención a la Junta Central Electoral por la lentitud que advierte en algunas tareas que se entiende fundamentales para la buena organización de las elecciones del próximo 16 de mayo. El interés mostrado por el diplomático en nuestro proceso electoral, en garantizar la confiabilidad de sus resultados, es compartido por sus homólogos de Canadá, Italia, España y Francia, entre otros países que integran el mini-grupo de Dublín, aunque ese interés, esa preocupación de la comunidad internacional porque las cosas se hagan bien, lastime algunas sensibilidades todavía renuentes a compartir las reglas de un mundo cada vez más interdependiente.

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