Solo para perredeístas.-  El ex presidente Hipólito Mejía –genio y figura hasta la sepultura– ha sido el primero  en lanzarse al ruedo para proclamar, en medio de la  resaca provocada por la  histórica derrota, que la dirigencia del PRD debe sentarse a analizar sus causas, pero otros, mucho más beligerantes y rencorosos, no están por perder su tiempo en discusiones que creen no conducen a ninguna parte, por lo que   están reclamando la renuncia pura y simple de su presidente, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, a quien endosan gran parte de  la responsabilidad por el papelazo que dejó al partido del célebre jacho prendío sin representación en el Senado de la República por primera vez desde que está participando en procesos  electorales.

Era relativamente fácil  prever, desde la cómoda perspectiva de las gradas, que una victoria tan aplastante  abriría las compuertas a una feroz lucha interna, a otra de las tantas guerras fratricidas que tanto daño le han hecho al PRD, o que los sectores a los que su actual dirigencia golpeó  durante el pasado  proceso interno estén  afilando sus cuchillos sintiendo que se aproxima el momento de la dulce  venganza, pues la conocida propensión de los perredeístas a la  guerrilla interna los hace muy predecibles.

No son pocos, empezando por los peledeístas,  los que quisieran ver al alicaído PRD de hoy sumido en otra crisis interna, o a sus principales líderes y dirigentes matándose como perros y gatos hasta precipitar  su fragmentación o disolución, con lo que le harían un gran servicio al proyecto absolutista del  PLD y el presidente Leonel  Fernández. Los resultados  indican que 1 millón 400 mil dominicanos, un 42% del padrón de electores,  respaldó con su voto  al PRD, lo que lo  convierte en la única fuerza en capacidad de impedir que  en el país se entronize la dictadura institucional que despunta en el horizonte. Ojalá que su liderazgo así lo entienda,  comportándose a la altura de la amenaza que se cierne sobre  nuestra frágil democracia.