Calidad moral.- ¿Cuántas veces habremos escuchado, en boca de políticos refractarios a las críticas o a las opiniones diferentes a las suyas, que fulano no tiene calidad moral para hablar de tal cosa ni Zutano para opinar sobre aquella otra? Hace mucho tiempo ya que en nuestra vida pública la descalificación suplantó a la discusión franca, inteligente y respetuosa, esa en la que predominan las ideas y los argumentos, descalificación que con frecuencia precede al insulto abierto y descarnado o que representa, en sí misma, una insultante manera de escurrir el bulto cuando se abordan temas que no interesa –o que no conviene– airear frente a la opinión pública. Por eso a nadie debe extrañar ni sorprender que el ex presidente Hipólito Mejía no tenga, en opinión del Ministro de la Presidencia César Pina Toribio, calidad moral para hablar de corrupción y mucho menos para decir que perseguirá a los funcionarios corruptos de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, como tampoco la tendría –si a esas vamos– el propio ministro si consideramos lo poco que ha hecho el gobierno al que pertenece por perseguirla y mucho menos sancionarla en los casi ocho años que llevan residiendo en el Palacio Nacional. ¿Quién, entonces, puede arrojar la primera piedra y asumir con seriedad el combate frontal de la corrupción? Es evidente, tal y como están las cosas, que con los políticos, tanto los que hoy nos gobiernan como los que esperan su turno en la oposición, no se puede contar para erradicar un flagelo que socava la credibilidad de nuestras instituciones y profundiza la miseria del pueblo llano y sin dolientes, pues desde siempre ha sido la fuente nutricia que ha permitido consolidar fortunas y patrimonios que hoy se exhiben sin ningún pudor ni remordimientos.