Qué se dice

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Semilleros de delincuentes. Residentes en Invimosa, donde el pasado jueves varios hombres fuertemente armados acribillaron a balazos a tres jóvenes en un  hecho que las autoridades atribuyen a una disputa por el control del microtráfico en la zona,  se quejan de que allí la droga se vende como el pan y el arroz en los colmados, y que en horas de la noche las calles  son de los delincuentes y narcotraficantes.

Cualquier parecido con lo que ocurre en el populoso sector de Herrera,  donde hace unos meses  alcanzaron notoriedad pública Gilbert y El Muerto, dos microtraficantes hoy fallecidos, no es una coincidencia ni cosa que se le parezca sino producto de las mismas condiciones de pobreza, exclusión y, sobre todo,  falta de aportunidades para los jóvenes, que no tienen ninguna posibilidad de convertirse en entes productivos que no sea insertándose en las redes del  microtráfico o la delincuencia.

Y, por supuesto, el factor común  que no podía faltar:  la connivencia y complicidad de la Policía y la DNCD con traficantes y delincuentes,  a los que ofrecen amparo y protección,  pero solo hasta que dejan de pagar peaje o se “calientan demasiado”. Pero eso no solo ocurre en Herrera o en Invimosa, pues se trata de un “modelo” que se replica con demasiada facilidad. ¿Y saben cuál es la peor noticia? Que no se está haciendo nada, a nivel de políticas públicas, para revertir las condiciones socioeconómicas que han convertido nuestros barrios en semilleros de  delincuentes que se multiplican como la verdodaga a lo largo y ancho de nuestra insular geografía.

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