Qué se dice

Qué se dice

Habrá quienes piensen que Roberto Salcedo, necesitado de apoyo para echar el pleito con el administrador de Bienes Nacionales, Bienvenido Brito, está en todo su derecho al diligenciar el espaldarazo del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana.[tend] Pero en buena política, una ciencia engañosa en la que Salcedo todavía tiene algunas materias pendientes, hay cosas que se hacen pero que nunca se dicen. El síndico del Distrito Nacional, responsable del cuidado del parque Mirador Sur en virtud de un acuerdo con la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, no necesita que le bajen línea para fijar una posición en torno al despojo que se pretende cometer contra el principal pulmón ecológico del menguado Distrito Nacional. A los miles de usuarios de ese parque le tiene sin cuidado que la dirigencia peledeísta haya decidido «accionar políticamente» en el caso, pues tan solo quisiera que su síndico esté a la altura de las responsabilidades que se le han confiado, entre ellas conservar intacto -a salvo de la codicia de nuestros políticos- un patrimonio tan valioso para las presentes y futuras generaciones de capitaleños.

[b]El peor ciego[/b]

Lo que sucede con la secretaría de Salud Pública, cerrada a banda en su empeño de negar la existencia de una epidemia de dengue, se parece mucho a la anécdota del marido infiel sorprendido in fraganti por su mujer. Atrapado y sin salida, el susodicho optó por un recurso desesperado: negar, contra todas las evidencias, que se tratara de él, en carne y hueso, el sorprendido. El infiel negó con tanta vehemencia, y tantas veces como fue necesario, la incontrovertible verdad, que con el tiempo hasta la misma agraviada terminó convencida, ya sea por desidia o simple cansancio, de que no había pasado lo que ciertamente sucedió. Según el doctor José Rodríguez Soldevila, quien siempre se sale por la tangente cada vez que le mencionan la palabra dengue, las constantes denuncias sobre la existencia de una epidemia de la enfermedad son alentadas por sectores que buscan tan solo sacar beneficios económicos, pero se negó a identificar a quienes estarían alentando esos interesados «rumores». ¿Comprenden ahora por qué dicen que no hay peor ciego que el que se niega a ver?

[b]Damnificados[/b]

Hace tiempo que saben que solo Dios, en su infinita misericordia, se apiada de su pobre condición de desheredados de la fortuna. Pero en el desamparo en que viven ahora, tras las inundaciones en el Cibao y la Línea Noroeste, necesitan algo mas que el consuelo de sus oraciones. Y aunque era una desgracia que se veía venir, porque es la suerte a la que están condenados los que nada tienen, urge que el Gobierno vaya en su auxilio cuanto antes, sobre todo de las 52 familias que todavía permanecen debajo del puente hermanos Patiño, en Santiago, que quedaron sin hogar debido a las crecidas del Yaque del Norte. Habrá quienes argumenten que se trata de damnificados profesionales, que se niegan a vivir en lugares seguros, al resguardo de crecidas y catástrofes naturales, pero basta echar un vistazo a la forma en que está viviendo esa gente para saber que no deben estar muy orgullosos de la ingrata «profesión» que les ha tocado como destino.

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