Encerrona.- No hay que ser un experto en garatas perredeístas o saberse de memoria los estatutos que norman su vida partidaria para darse cuenta de que la proclamación, por parte de la Comisión Política, del ingeniero Miguel Vargas Maldonado como presidente de la organización violenta esas normas estatutarias, pero curiosamente ningún perredeísta, incluídos los principales afectados, invocó esa ilegalidad para reclamar la nulidad congénita de la abrupta presidencia del llamado MVP.
¿No se cayó en la cuenta de que la Comisión Ejecutiva no tiene facultad para proclamar a nadie como presidente del PRD, suplantando así la expresión libérrima de las bases? ¿O la unanimidad allí reinante también acordó pasarse por el forro los estatutos y sus mandatos? Un partido cuyos miembros no respetan sus leyes internas está condenado a vivir en el perenne desgobierno o al garete de los intereses y caprichos de los liderazgos circunstanciales que surjan en su seno, hasta que un buen día las tensiones que genera ese caos organizado hacen crisis y sobreviene la debacle o la división.
El PRD, al parecer, será por un buen tiempo el partido turbulento y garatoso que todos conocemos desde hace más de cuarenta años, pero es evidente que su nuevo líder va demasiado deprisa en procura de su objetivo, absolutamente legítimo, de coronarse Presidente de la República; tanto, que cayó en la encerrona de aceptar una proclamación que no está respaldada por los estatutos ni cuenta con la bendición de las bases perredeístas, una pifia a la que sin duda le sacará provecho el ex presidente Hipólito Mejía, alias El Guapo de Gurabo, quien no tiene planes de ser un obstáculo que se aparte fácilmente del camino. Mientras tanto, ¡que siga el entierro!