Qué se dice

Qué se dice

Se puede apostar peso a morisqueta a que nadie saldrá a preguntarle a la comunidad científica nacional, si acaso existe algo así en la tierra que más amó el Almirante, cuál es su parecer sobre el reconocimiento que le hiciera la Academia de Ciencias al presidente Hipólito Mejía en atención a «sus grandes aportes a las ciencias», como nadie piensa discutir tampoco la contundente afirmación del presidente de esa institución, el doctor Mario Bonetti, quien asegura que Mejía ha sido el gobernante que más ha contribuido al desarrollo de las ciencias en el país. No está en discusión, entonces, la pertinencia o no de ese homenaje, y menos aún el derecho que le asiste al doctor Bonetti de honrar a quien mejor le convenga. Lo que sí se le reprocha es haber incurrido en un olvido tan lamentable como injusto, pues el Cienciólogo debió merecer, por lo menos, una mención de honor en ese acto de reconocimiento.

[b]El desaparecido[/b]

A mucha gente empieza a llamarle la atención, en medio de la devastadora crisis eléctrica que mantiene al país -según la sombría descripción del cardenal- «postrado en las tinieblas», una ausencia tan notoria como la del Superintendente de Electricidad, el ingeniero George Reynoso, completamente ausente de las inacabables discusiones sobre quién le debe a quién en el enmarañado escenario eléctrico nacional. Reynoso ha decidido dejarle el pleito al ingeniero Ramón Cruz, mejor dispuesto, al parecer, a torear el incesante acoso de los medios de comunicación, mientras se refugia en un silencio al que no tiene, por el cargo que ostenta, ningún derecho, mucho menos con el jugoso salario que cobra por sus eléctricas funciones.

[b]Apagón palaciego[/b]

Hay que celebrar que en el Palacio Nacional hayan tenido la oportunidad de probar, aunque solo fuera por unas cuantas horas, una cucharada de la misma medicina con la que se atraganta una población al borde del ataque de nervios por culpa de los apagones, gracias a una avería en el circuito privilegiado que alimenta de energía a la sede del Poder Ejecutivo. Lo que muchos se preguntan, a propósito del breve apagón palaciego, es si no tendría más sentido el que sea otra institución -un hospital, por ejemplo- la que se beneficie de ese privilegiado suministro de electricidad, sobre todo tratándose de una casa de gobierno a donde nadie acude a gobernar desde el pasado 16 de mayo.

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