Expediente desacreditado.- No sé a ustedes, pero a quien les escribe le resulta chocante, para no decir otra cosa, la eficacia que muestran los organismos de seguridad del Estado para algunos asuntos, como por ejemplo detectar planes subversivos contra el gobierno   patrocinados por políticos  que no saben perder  elecciones, en tanto para otros exhiben una incompetencia (para no decir otra cosa) lastimosa, prueba al canto la “fuga” de Sobeida Félix Morel, la “misteriosa” salida del país de Leydi Nin Batista, esposa del prófugo José Figueroa Agosto, el asesinato del  coronel de la Policía  José Amado González González y paro  de contar, pues no hay porqué abusar de la paciencia de mis queridos lectores, capaces también de aportar sus propios ejemplos de chapuzas y desaguisados.

Un amigo izquierdoso, dispuesto siempre a ponerle banderillas a nuestra insuficiente democracia, me diría que eso ocurre por que el Estado dominicano en materia de seguridad interna sigue manejándose como cuando vivíamos  en dictadura, ocupándose  de chismes de políticos a través  del espionaje telefónico en lugar de reenfocar sus objetivos y esfuerzos hacia sus verdaderos enemigos, bastante poderosos por cierto: el crimen organizado y el narcotráfico,  dispuestos a instalarse y  echar raíces allí donde las instituciones son débiles y florece la corrupción pública. ¿No les resulta familiar el paisaje?

Desde luego, si las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional creen  que necesitan el desacreditado  expediente de un plan subversivo, para el cual ni siquiera necesitan  pruebas, para tirar a los guardias  a las calles con el propósito de  intimidar al soliviantado perredeísmo nadie puede impedírselo, sobre todo si se parapetan en un  argumento tan atendible como la preservación del  orden público, pero alguien tiene que decirles que a pesar de la aparatosidad del despliegue militar nadie se ha creído el cuento y que, por  lo tanto, no hace falta que prolonguen  la farsa hasta más allá de lo democráticamente  aceptable.