Qué se dice

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El poder del voto.- El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez ha  reiterado, a propósito de las celebraciones de Corpus Cristi,  que la Iglesia Católica mantendrá “una celosa vigilancia” sobre el proceso de reforma constitucional, lo que para cualquier  buen entendedor significa que se mantiene la advertencia de que la feligresía se abstendrá de votar por los senadores y diputados que en segunda lectura favorezcan la modificación del artículo 30 que consagra el derecho a la vida desde la concepción hasta el nacimiento, en tanto grupos evangélicos, molestos porque los asambleístas  negaron el efecto civil a los matrimonios oficiados en sus iglesias, anunciaron que tomarán “medidas fuertes” contra esos asambleístas en las elecciones congresionales y municipales del 2010, y mas o menos lo mismo han dicho  los grupos feministas que apoyaron con tanto ruido y vehemencia el aborto terapéutico. Llame usted chantaje o amenaza, si ese es su deseo,  al fuego cruzado al que están siendo sometidos los legisladores, pero lo cierto es que constituye un factor de presión que puede influir de manera decisiva en el ánimo y en el voto de los asambleístas, como efectivamente ya ocurrió con el controvertido tema del aborto. Se trata, como algunos ya se habrán dado cuenta, de una situación inédita en la democracia dominicana que hay que agradecerle, efectivamente, a la reforma constitucional, pero que no tiene porqué ser negativa de cara a su necesario fortalecimiento y consolidación, pues revela una creciente toma de conciencia, por  parte de la ciudadanía, del poder intrínseco del voto, de su capacidad para  obligar a sus representantes en el Congreso Nacional a ocuparse de sus intereses y atender sus necesidades o de lo contrario ¡E´pa´ fuera que van!

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