Qué se dice

Qué se dice

Dios los cría… Hace tan solo unos cuantos días se hallaban  enfrentados por culpa de la decisión de la Asamblea Revisora de negar efecto civil a los matrimonios que realizan las iglesias cristianas, de distintas denominaciones, que existen en el país, lo que motivó que algunos de sus líderes reavivaran las críticas al Estado dominicano por privilegiar a la Iglesia Católica y a su feligresía a través del célebre Concordato, pero esas diferencias no fueron obstáculo para que unos y otros marcharan juntos y hombro con hombro al Congreso Nacional proclamando su  defensa al derecho a la vida desde el momento de la concepción  hasta la muerte, pero sobre todo para pedirle a los señores asambleístas que dejen tal y como fue aprobado en primera lectura el artículo 30 que prohíbe el aborto en todas las circunstancias, sin olvidarse de dejar caer la advertencia (¿o sería más apropiado llamarla amenaza?) de que sus fieles pasarán factura a los legisladores que se atrevan a votar en favor de su modificación.

Haciendo abstracción de la validez –sin duda discutible– de la causa que defienden tanto las iglesias cristianas como la católica, resulta  obvio que esa marcha, que encabezaron el padre Luis Rosario, en representación de la iglesia católica dominicana, y el reverendo Reynaldo Aquino, presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), encierra una importante lección a la que todos, principalmente nuestra dividida  clase política, deberíamos sacarle   gran provecho, tan necesitada como está la sociedad dominicana de hoy del espíritu de unidad y concordia que nos permitan poner a un lado las diferencias que nos separan y distancian para concentrarnos en lo que verdaderamente importa a todos, desde el más humilde chiripero hasta el encumbrado ciudadano que ostenta la Presidencia de la República, mas que nada porque es lo que más nos conviene: sacar a este país  del tollo organizado que algunos insisten en llamar subdesarrollo.

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