Tema ausente.- En tiempos de zafra electoral, como es lógico suponer, las promesas abundan, por lo que resulta difícil diferenciar las propuestas creíbles, oportunas y realizables de las fanfarronadas típicas de los oportunistas, que por supuesto no tienen ninguna intención de cumplir. La contienda interna peledeísta por la nominación presidencial, que se disputan hasta ahora cuatro precandidatos, no podía ser la excepción, por lo que a estas alturas del proceso, que culmina el próximo 26 de junio con el veredicto definitivo de las bases, ya hemos escuchado de todo y para todos. Quiere esto decir que hay para coger y dejar, y hasta para tirar directamente al zafacón, por disparatosas, algunas de esas propuestas, pero aquí me interesa comentar –y sabrán inmediatamente porqué– la que acaba de formular en un  discurso televisado a todo el país el doctor Francisco Domínguez Brito:  suspender durante cuatro años las visas de trabajo a los inmigrantes haitianos, dado su impacto negativo  sobre la economía, la seguridad social, el sistema de salud y la seguridad ciudadana. Por supuesto, una medida de esa naturaleza está muy lejos de resolver, por sí sola, un problema tan grande y tan complicado, y eso lo sabe de sobra  el proponente, pero también todos aquellos que desde sus posiciones de poder y autoridad no han hecho absolutamente nada para resolverlo porque no les conviene, no les interesa o simplemente no tienen el coraje suficiente para hacerlo. La incontrolada inmigracion haitiana gravita como una espada de Damocles (valga el manido lugar común) sobre el futuro de eso que todavía podemos llamar, con cierto sentido de identidad y pertenencia, la nación dominicana, pero salvo excepciones como la de Domínguez Brito y Pelegrín Castillo está completamente ausente de los discursos de nuestros políticos, sobre todo de los que aspiran a gobernarnos, y esa es la peor noticia que pudiéramos escuchar en estos momentos.