Normativa urbanística.- Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. El viejo y conocido refrán bien puede servir para dar la bienvenida a la decisión del síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, de someter a la consideración del Consejo Municipal la normativa que permitirá regular el uso de suelo, la altura de las edificaciones, el uso y construcción de estacionamientos, entre otros aspectos, con lo que viene a llenar un enorme vacío institucional, pues Santo Domingo de Guzmán, la Ciudad Primada, ha crecido sin orden ni concierto durante décadas hasta convertirse en un gigantesco caos al que cuatro ayuntamientos, con sus respectivos síndicos, intentan poner en orden.
La iniciativa busca —dice Salcedo– elevar el nivel de control del desarrollo urbano de la ciudad (la normativa se limita a la circunscripción número uno, pero en unas cuantas semanas, según promesa del síndico capitaleño, habrá un proyecto similar para el sector de Gascue), pero además mejorar el nivel técnico en la toma de decisiones para el otorgamiento de los permisos de uso de suelo y reducir los niveles de incertidumbre en el desarrollo urbanístico. ¿Verdad que suena bonito? Siempre se ve así en el papel y, por supuesto, también en las declaraciones de intenciones de los políticos metidos a funcionarios.
Pero no hace falta adelantarse a los acontecimientos, que para los desengaños y las decepciones siempre hay tiempo. Desde aquí hacemos votos porque regidores y regidoras se pongan de inmediato a trabajar para que el Distrito Nacional pueda tener, tan pronto como sea posible, lo que tanto está necesitando, que luego averiguamos qué nos inventamos para evitar que, al igual como ocurre con tantas leyes –incluída la Constitución–, también nos pasemos por el forro la normativa urbanística.