El silencio del fiscal.- Alejandro Moscoso Segarra, fiscal del Distrito Nacional, ha prometido que no volverá a hablar en los medios de comunicación sobre el caso del presunto narcotraficante José Figueroa Agosto, que todo lo que resta por decir será dicho en un tribunal de justicia, pero visto lo que está saliendo publicado sobre algunos de los imputados en periódicos impresos y digitales, en su mayoría informaciones extraídas de las pruebas depositadas por el Ministerio Público en el Segundo Juzgado de la Instrucción, la verdad es que no hace falta que diga mas nada. Sometido al acoso permanente de periodistas y reporteros, el fiscal Moscoso Segarra debería estar ya acostumbrado a toda la atención que genera un caso con tanto atractivo mediático, y hay que imaginarse lo que ocurrirá cuando se dé apertura formal al juicio. Claro está, se notará demasiado la ausencia de dos de sus principales protagonistas, el prófugo Figueroa Agosto y su compañera sentimental Sobeida Félix Morel, pero también la de muchos otros que se mantienen –o los mantienen– en las sombras, bien protegidos por los rangos que ostentan sus uniformes o por su proximidad al poder político, sin quienes no hubiera sido posible que el presunto capo operara de manera exitosa durante diez largos años, creando una amplia y tupida red de amigos, socios y cómplices que le permitieron acumular una fortuna que las autoridades calculan en alrededor de 500 millones de dólares. Pero no hay que desesperarse. Muy pronto empezará el espectáculo, y será entonces, solo entonces, cuando sabremos qué tan bien se preparó el Ministerio Público para ese gran escenario y, sobre todo, qué tan convincentes resultarán las pruebas y acusaciones que pesan sobre los imputados.