Qué se dice

Qué se dice

¿Qué pasará?
Para los analistas políticos, el proceso negociador entre el Partido Revolucionaro Dominicano y el Partido Reformista Social Cristiano viene a resultar un caso de laboratorio y pocos pueden  formular vaticinios sobre el efecto final  de la sumatoria de rojos y blancos. Lo primero es que en los sondeos  de opinión de los últimos meses la gente se  ha manifestado escéptica y negativa, y prefiriendo que no haya tal alianza. Pero a decir verdad, los índices y pronósticos del mercado electoral no expresan un rechazo total a la posibilidad de un acuerdo político de tal naturaleza. Y nadie sabe si después que se entre en detalles sobre lo que eventualmente acordarían el  jacho y el gallo, el sentimiento popular resultar favorable. Debe ponerse atención al hecho de que perredeístas y reformistas  hayan puesto tanto empeño en concertar y reducir contradicciones entre los muchos personajes regionales de ambos partidos y que manejen  los conflictos de aspirantes provincia por provincia. Agripino no lo habría logrado. Si atan bien todos los cabos, se habrían anotado una gran victoria, aunque la ciudadanía  quizás seguiría lamentando que el entendimiento solo  fuera  sobre cargos y aspiraciones individuales  y no para objetivos nacionales importantes sobre el orden social y económico de la nación.

Con la sartén por el mango
A pesar de la incertidumbre por el accidentado proceso en que ha caído el proyecto de presupuesto  general de la nación 2006, el panorama sigue resultando favorable para el Poder Ejecutivo que en el día a día  ve crecer sus ingresos fiscales gracias a la proverbial eficiencia recaudadora de las administraciones del doctor Leonel Fernández, tanto en la primera ocasión en que tuvo el poder como ahora. Solo hay que ver cómo dejó las aduanas el Partido Revolucionario Dominicano y como están ahora. Vicente Sánchez Baret jamás habría podido comprar –con recursos propios del organismo- un tremendo edificio como el adquirido por Miguel Cocco para las funciones recolectoras de esa parte de los tributos . Pero tampoco ha ocurrido en los gobiernos de otras pintas no moradas, incluyendo los de Balaguer, que la vocación recaudadora del Estado provoque duros enfrentamientos con poderosos importadores, como ha sucedido en este cuatrienio desde un principio lo que se ha traducido en flujos extras de centenares de millones de pesos para las arcas oficiales. Y en cuanto a Impuestos Internos, el fenómeno que en este país está convirtiendo en contribuyente a gente que nunca lo fue ni remotamente, es asombroso. En el Congreso se discute muy teóricamente, sobe la forma en que deben recaudarse y gastarse los recursos del Estado. En el gobierno se lleva a cabo la magia diaria de conseguir, con hechos, más y más recursos para el Erario.

911: ¡ja ja ja!
La mística del 911 (la línea telefónica para lograr una reacción  instantánea ante los ataques de la delincuencia contra la ciudadanía) no acaba de cuajar en este país. Una publicista que reside por la Zona Oriental contó hace poco cómo, al advertir que a medianoche  unos ladrones estaban dentro de su casa, pudo llamar discretamente a la supuesta central de comunicaciones que brinda auxilios, esa que en otras latitudes (según podemos ver en el cine)  responde con presteza a las víctimas de la criminalidad o de cualquier otro infortunio. Lo que  le dijeron a la querellante en apuros fue: ¡ya vamos para allá! Pero 12 horas después no había llegado la prometida atención policial. Y lo peor es que cuando finalmente se apareció un agente al domicilio, lo primero que al gendarme se le ocurrió decir a la denunciante fue: pero si usted ofrece cinco mil pesos de recompensa ahora mismo aparecerían todos los electrodomésticos que le han robado. Se comportó como un socio y vocero de los malandrines aunque decía representar a la ley. ¿Adónde llegaremos con guardianes del orden de ese comportamiento? 

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