Cuando el río suena. Un grupo de dirigentes perredeístas, entre los que figuran nombres tan sonoros y conocidos como los de doña Ivelisse Prats de Pérez y el poeta Tony Raful, han querido dar la voz de alarma ante los inquietantes rumores que dan cuenta de las intenciones del gobierno de sonsacar a dirigentes de esa organización con la oferta de cargos, algunos tan apetecibles como los de la Cámara de Cuentas o los bufetes directivos de las cámaras legislativas, como ya ocurrió con buena parte de la dirigencia reformista con los resultados que todos conocemos, llamado de atención que han querido acompañar de una advertencia dirigida a sus compañeros: cualquier acuerdo o negociación con el gobierno, sea para la aceptación de cargos u otro tipo de compromisos, debe ser sometido a la consideración de los organismos del partido.
El doctor Orlando Jorge Mera, secretario general del PRD, aclaró de inmediato que hasta el momento no se ha recibido ninguna oferta formal de parte del gobierno, pero si así fuere –precisó–la dirigencia perredeísta sería la primera en enterarse. ¿Son entonces infundadas las aprensiones de ese grupo de dirigentes?
Independientemente de las razones que han tenido para dar crédito a los citados rumores, no hay que olvidar que el gobierno y sus estrategas nunca han vacilado a la hora de recurrir a esa forma de guerra sucia contra sus enemigos políticos siempre y cuando lo entiendan útil a su propósito, que en este caso bien puede ser debilitar al PRD, principal partido de oposición, así como su credibilidad frente a la población incorporando a sus dirigentes al llamado tren gubernamental. Si el río está sonando de forma tan amenazadora, como creen doña Ivelisse, Tony Raful y Fafa Taveras y compartes, lo menos que puede hacer el PRD es tomar las previsiones de lugar (ya Hipólito amenazó con la expulsión a los que se atrevan a aceptar cargos) sin olvidarse de conseguir un buen salvavidas.