Gesto loable.- Hay que aplaudir el gesto de Salud Pública de alquilarle una vivienda (ya le asignó un salario de 20 mil pesos al mes) y regalarle todos los utensilios del hogar a Albania Germosén y Alfredo Batista Cabrera, padres de los quintillizos nacidos recientemente en Santiago, como una forma de contribuir a los gastos en los que tendrán que incurrir con la inesperada llegada de cinco nuevos miembros a la familia. Hace unos días Máxima Pérez, madre de los sextillizos que nacieron en el 2006, se quejaba de que las autoridades se olvidaron de su existencia y la de sus hijos pasados los primeros cuatro meses, cuando la noticia perdió interés en los medios de comunicación, expresando el temor de que a Albania le ocurra lo mismo. En un país sin una seguridad social que funcione como debe ser pasan y seguirán pasando esas cosas, pero tiene que llegar el día en que la suerte de Albania, de Máxima o de cualquier otra no dependa de la caridad de un funcionario sensible y generoso o de una empresa oportunista a la caza de publicidad gratuita.
Negligencia criminal.- Celso Marranzini, Vicepresidente de la CDEEE, prometió cancelar sin contemplaciones a los empleados que debieron atender la denuncia de los vecinos de la calle María Toledo, en Villa Consuelo, de que un cable de alta tensión se encontraba tirado en el suelo, descuido que provocó la muerte de una mujer de 28 años y su hija de cuatro meses. ¿Es eso suficiente? Es evidente que no, que la cancelación de los empleados responsables de la criminal negligencia no basta, ni como sanción para los culpables ni como reparación a los familiares de Angélica María Rosario y su bebé Angy. Pero tanto las víctimas como sus familiares forman parte de la vasta legión de desamparados, que en este pobre y jodido país se cuentan por millones, que a causa de su condición social y económica solo tienen derecho a caerse muertos.