Atropelladas.- Las trabajadoras sexuales, como llaman en estos tiempos de eufemismos y mascaradas a las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo, ya tienen quien les escriba. Están organizadas (¿serán parte de la mentada sociedad civil?), reciben orientación en materia de salud de entidades socialmente muy bien acreditadas, y hasta convocan ruedas de prensa cuando sienten que son afectados sus intereses. Como así están las cosas, hay que esperar que las trabajadoras sexuales organizadas eleven su más enérgico grito de protesta ante el maltrato de que fueron objeto por parte de agentes de Politur la noche del pasado viernes, cuando una masiva redada realizada en distintos puntos del Distrito Nacional recogió a mas de 50, a las que mantuvieron encerradas dos días sin comer ni bañarse, tal y como denunciaron, para luego soltarlas sin formularles cargos. ¿Para qué tomarse todas esas molestias si no las iban a someter a la justicia o a imponerles al menos una multa? ¿O será que quieren desquitarse con ellas lo que las autoridades han sido incapaces de hacer con los delincuentes que nos han robado el sosiego?
La vida no vale nada.- A diario podemos leer, con tan solo abrir un periódico, ejemplos aterradores de lo poco que vale, en estos violentos tiempos que nos ha tocado vivir, una vida humana, que cualquiera te arrebata por un simple accidente de tránsito o para robarte alguna baratija, bien sea una cadenita de oro o un popular blackberry, y hasta por un perro chihuahua. Sí, leyó bien, el pequeño chihuahua por el que su propietario mató a balazos a dos hombres que secuestraron el perrito, por el que exigían dinero para devolverlo. Ocurrió ayer en Villa Caleta, La Romana, donde sus residentes son con frecuencia víctimas de acciones de extorsión similares por parte de delincuentes, que tal vez ahora se lo piensen mejor antes de volver a las andadas. ¿Pero era necesario llegar tan lejos?