QUÉ SE DICE

<STRONG>QUÉ SE DICE</STRONG>

La “peste blanca”.- Como era de esperarse frente a una amenaza que parece tan seria, la Secretaría de Agricultura ha dispuesto de inmediato medidas de control en la zona fronteriza con el propósito   de evitar que ingrese a territorio dominicano la “peste blanca”, como llaman los supersticiosos campesinos haitianos   a la plaga de hormigas  devoradoras que ha provocado graves daños a la ganadería y la industria avícola en varias comunidades del vecino país. 

Agricultura no ofreció detalles del  tipo de medidas que adoptará a lo largo de más de 300 kilómetros de frontera,  gran parte de ella de terreno abrupto y, por lo tanto,  muy difícil de vigilar, para impedir que el voraz insecto venga a saciar su inmenso apetito de este lado de la isla, por lo que  la pregunta se cae de la mata. ¿Cómo impedir que por esa porosa y casi imaginaria línea fronteriza  se cuele algo tan pequeño como una hormiga si por ahí pasa, sin que nadie se dé cuenta, algo tan grande como un camión cargado de nacionales haitianos, incluídos menores y mujeres embarazadas? Da grima de tan solo pensar en la previsible respuesta.

 Política de exterminio.-  Parientes y vecinos reconocen que “los muchachos” consumían drogas y que también las vendían, pero no entienden  porqué, si salieron con las manos en alto, dispuestos a entregarse a la Policía, los acribillaron a tiros, y luego arrojaron los cadáveres (“como si fueran perros”) al baúl de una de las patrullas. ¿No les resultan familiares los testimonios de los residentes del sector El Pensador, en Villa Duarte, donde el pasado miércoles cayeron abatidos a balazos, en un “intercambio de disparos”, cuatro jóvenes a los que se vincula a la comisión de varios hechos delictivos? Es evidente que los que hoy dirigen la Policía, al igual que anteriores jefaturas en mayor o menor medida, están convencidos de que matando delincuentes van a acabar con la delincuencia, pero basta echar un simple vistazo a los índices de criminalidad del país en los últimos años para comprobar que toda esa pólvora se ha gastado en vano y que nuestras calles son hoy más inseguras que nunca.

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