Qué se dice

Qué se dice

Girando en círculos.-  La comisión que investigó el asesinato en la cárcel de La Victoria del recluso Gabriel Arias Castillo, alias Alex el Pelotero, concluyó sus pesquisas en el mismo punto donde las empezó, pues desde el  principio se supo –porque resultó demasiado evidente– que se trató de un crimen por encargo. También se sabía desde el principio, porque aquí nadie se chupa los dedos, que por mas comisiones que se nombren y por mas indagatorias que se hagan  nunca aparecerá el llamado autor intelectual de ese crimen,  que las pesquisas nunca llegarán hasta la cabeza de la culebra, como gusta decir al senador por la provincia Peravia Wilton Guerrero, y ni siquiera hace falta decir porqué.

El informe tampoco responde, y sospecho que esa nunca fue su intención ni propósito, una pregunta que puede considerarse clave para el esclarecimiento de esa muerte, pregunta que toca responder a las autoridades de la Dirección General de Prisiones y el Ministerio Público, que por ser el jefe de la investigación (al menos eso es lo que dice el Código Procesal vigente) debió estar consciente del valor del testimonio de Alex el Pelotero, así como también de su relevancia en el organigrama de la red criminal que dirigía en el país el hoy prófugo José David Figueroa Agosto.

¿Por qué se le trató como si fuera un preso cualquiera y no como un imputado al que habría que protegerle la vida a  toda costa a fin de garantizar el buen curso de las investigaciones y, sobre todo, la identificación de los miembros de la red que todavía permanecen (o los permanecen) en las sombras?  Los “resultados” de las indagatorias de la comisión obligan a las autoridades a dejar abierta la investigación hasta que se determine quién ordenó la ejecución del recluso, pero tanto usted como yo sabemos que así permanecerá por los siglos de los siglos. Amén.

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