Obras colaterales.- Cuando el ingeniero Diandino Peña andaba entusiasmado vendiendo la idea de construir un metro para la ciudad de Santo Domingo, un proyecto que en ese momento muchos juzgaron como un despropósito o un delirio de grandeza del entonces presidente Leonel Fernández, fue enfático en señalar no solo los beneficios para el transporte masivo de pasajeros que traería la obra sino también, y sobre todo, lo que representaría para las comunidades por donde pasaría gracias a las obras colaterales que acompañarían su construcción. Entre esas obras pendientes tanto de la línea uno como de la dos se encuentran la construcción de puentes peatonales, arreglo y asfaltado de calles y avenidas, y la construcción de apartamentos para los desalojados de La Zurza (en esta nueva etapa también habrá que desalojar a decenas de familias residentes en ambas márgenes del Ozama), que como todo el mundo sabe no se han podido construir por falta de recursos económicos. Cuando el director de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) le informó al país, en una rueda de prensa en la que se hizo acompañar del alcalde de la provincia Santo Domingo Este, Juan de los Santos, y la senadora por esa demarcación Cristina Lizardo, de la intención del gobierno de Danilo Medina de invertir 850 millones de dólares en la continuación de la obra cumbre del expresidente Fernández, que en este tramo se extenderá desde el puente de la 17 hasta la comunidad de San Luis, también dio la mala noticia de que las obras colaterales tendrán que seguir esperando. No es mi intención, sin embargo, dañar el sancocho ni la celebración poniendo de relieve lo que todavía no se ha hecho como parte de una obra que, a no dudarlo, representa un extraordinario avance para el país, pero conociéndonos como nos conocemos es legítimo albergar el temor de que esas obras se queden para siempre en el limbo en el que se encuentran actualmente.