Qué se dice

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Un silencio nada inocente.-  Es una lástima que el Partido Revolucionario Dominicano esté, literalmente, mirándose el ombligo, sumergido en un proceso de recomposición de sus fuerzas internas que consume todo el tiempo y la energía de su liderazgo, pues debió haber sido su dirigencia, no Luis Abinader a título personal, la que emplazara el presidente Leonel Fernández  a que se pronuncie públicamente sobre las escandalosas revelaciones, hasta ahora no desmentidas ni refutadas de manera convincente por los aludidos, sobre lo que ocurre con la hipertrofiada nónima de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE)  o las inexplicables sobrevaluaciones  de las obras a cargo del Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (INDRHI), como parte de una oposición intransigente y frontal a un gobierno que parece convencido de que los bienes y recursos públicos son parte del festín a repartirse a la mejor conveniencia de funcionarios, favoritos y aliados políticos, lo que explica el  cinismo con el que se han admitido  algunas de las irregularidades  denunciadas.

Lamentablemente, y en atención a lo que ha sido, hasta ahora, su estilo, es probable que el presidente Fernández decida mantenerse en silencio, ausente del debate y la discusión de las grandes preocupaciones nacionales, es decir las de sus gobernados, lo que obliga a recordar que en su caso, como jefe de la administración pública que es,  callar frente a escándalos de la magnitud de los denunciados por Alicia Ortega y Nuria Piera  implica otorgar demasiado; tanto, que puede  considerársele compromisario o prohijador, así sea por omisión,  de esos desmanes, sobre todo si los responsables siguen tan sonrientes y campantes en sus cargos. Así de sencillo.

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