Recordando a Macondo.- Bien podría calificarse como un típico pleito entre vecinos, a menudo tan triviales como fatales, por lo que nada tendría de extraordinario sino estuvieran envueltos un juez y el periodista que le reclamó que se bajara del techo de la casa de su madre, a donde se subió a coger unos mangos sin previamente pedir permiso, y el magistrado no se hubiera sentidoirrespetado con el reclamo o la forma en que se le hizo, a tal punto herida su dignidad de funcionario de la Justicia que ordenó el inmediato apresamiento del insolente sin parar mientes en procedimientos legales. El hecho ocurrió en Hato Mayor y salió publicado ayer en varios periódicos mereciendo muchos comentarios y lecturas, pues no siempre se tiene la oportunidad de ver cómo se atropella, con un solo gesto de desbordada prepotencia pueblerina, la majestad de una función pública, el debido proceso de ley y el estado de derecho en el que se supone vivimos. Me encantaría conocer la opinión del doctor Subero Isa sobre este macondiano episodio.
Desvistiendo santos.- Desvestir un santo (o muchos santos) para vestir a otro. No es la manera mas ortodoxa de explicarlo pero sí la más efectiva para que se entienda lo que se propone hacer el gobierno con su decisión de reducir un 20% a las partidas presupuestarias que recibirán las instituciones públicas en lo que resta de año, hasta conseguir los US$350 millones que hacen falta para subsidiar la energía eléctrica. No hace falta ser un faculto en administración pública para pronosticar que se afectará el desempeño de instituciones tan sensibles y estratégicas como Educación, Salud y Obras Públicas, sobre todo en el aspecto de las inversiones (las nóminas son intocables), para arrojar todos esos recursos en un barril sin fondo y dejar sin resolver el problema eléctrico. Por cierto, ¿incluyen esos recortes los trabajos de la segunda línea del Metro, la niña linda del presidente Fernández?