Chivos sin ley.- Cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos emite un alerta, en su informe sobre derechos humanos correspondiente al 2011, por lo que llama falta de respeto al imperio de la ley en el país, de lo que está hablando, para decirlo en buen dominicano y que nos entendamos mejor, es del conocido síndrome del chivo sin ley, por culpa del cual los ciudadanos de este país no se sienten en la obligación de cumplir ni respetar ninguna ley, norma o regulación ni a la autoridad que las representa.
Por eso usted ve que aquí los motoristas protestan porque los obligan a utilizar el casco protector, cruzar un semáforo en verde puede resultar un riesgo calculado que te puede costar hasta la vida, o una patrulla policial te manda a parar en una de nuestras carreteras para despojarte de todas tus pertenencias o acribillarte a balazos si no te detienes a tiempo. Y es que se trata, mírese como se mire, de un síndrome democrático, pues lo padecen por igual ricos y pobres, blancos y negros, civiles y militares, gobernantes y gobernados. ¿O me va a decir usted que no ha oído repetir, como cuchucientas veces, que el gobierno es el principal violador de nuestras leyes?
¿O va a negar que los políticos tienen décadas demostrándonos que la ley solo se aplica a los de abajo o a los que están en la oposición? Lo que trato de decirles desde hace rato es que independientemente de que consideremos que Estados Unidos tiene derecho o no a juzgar la calidad de nuestras instituciones, o de lo mucho que irrite a nuestra Cancillería ese simple ejercicio burocrático, como calificó en tono de indignación el informe, no tiene mucho sentido negar algo tan evidente en nuestra sociedad como la ausencia de respeto a la autoridad y la ley, un fenómeno tan cotidiano como el pan nuestro de cada día y tan peligroso que el Departamento de Estado se ha tomado la molestia de hacernos una advertencia que en lugar de descalificar deberíamos tomarnos muy en serio.