Qué se dice

Qué se dice

El jefe de la misión de observadores de la OEA, Santiago Murray, dice estar sorprendido por las celebraciones de actos multitudinarios por parte de los partidos políticos, porque aparte de que salen extremadamente costosos tampoco reflejan la verdadera realidad electoral. El diplomático está convencido de que tanto los partidos como sus dirigentes estarían contentos de ahorrarse el enorme costo en recursos y esfuerzos que entraña convocar a sus militancias para medir fuerzas, y habrá mucha gente en el país, sobre todo entre la sociedad civil, dispuesta a darle la razón. El problema es que esas concentraciones, así como los llamados bandereos y caravaneos, son parte de la cultura política de un pueblo que ha convertido los usos democráticos en una rumbosa chercha, sin la cual nuestros procesos electorales serían tan pacíficos y aburridos como en Suiza.

[b]A quien pueda interesar[/b]

Este es un aviso de interés para algunos partidos señalados como mayoritarios, que por culpa de las encuestas «interesadas» se encuentran situados en un distante segundo o tercer lugar en la preferencia de un electorado tan veleidoso como malagradecido. El Partido Cristiano Dominicano (PACRISDO), que preside su ideólogo y fundador el profesor Oscar Abreu, nos ha pedido que le informemos al país que no ha firmado apoyo o pacto con ninguna fuerza política. El líder del PACRISDO explica que ha tomado la decisión de no apoyar a nadie debido a que ningún partido o candidato ha incluído, en su programa de gobierno, soluciones reales a los graves problemas que el pueblo dominicano sufre «en carne propia». Así que ya lo saben Eduardo Estrella y el presidente Mejía, quien anda buscando votos hasta debajo de las piedras: con PACRISDO no se puede contar.

[b]Vacaciones electorales[/b]

Como no hay mal que por bien no venga hay que decir, a propósito del ruidoso carnaval electoral que estamos viviendo, que los vecinos de la Casa Nacional del Partido Revolucionario Dominicano, en la avenida Bolívar casi esquina doctor Delgado, están de plácemes, pues su ocupación, por parte de los seguidores del licenciado Hatuey Decamps, les ha ahorrado el bullicio y el molesto abejoneo de los «compañeros» de otras campañas electorales. La inusual tranquilidad que rodea el principal local perredeísta es sin duda consecuencia del cisma que ha separado a Decamps del resto de sus compañeros de partido, sobre todo de los que se agrupan en el PPH, por culpa de la decisión del presidente Mejía de optar por la reelección. Es difícil saber, en estos momentos, si unos y otros volverán a juntarse bajo el techo de su emblemática Casa Nacional. Mientras tanto, no hay que ser adivino para enterarse de lo que piensan al respecto los vecinos del PRD, felices beneficiarios de unas tranquilas vacaciones electorales que no estaban esperando.

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