¿Otra ley seca?.- El doctor Franklyn Almeyda, ministro de Interior y Policía y declarado aspirante a la Presidencia de la República, ha elaborado un anteproyecto de ley que de ser aprobado por el Congreso Nacional prohibiría el consumo de bebidas alcohólicas en áreas de dominio público como aceras, avenidas, parques, calles y áreas verdes a menos que se cuente con un permiso de las autoridades y solo para ocasiones especiales expresamente señaladas en la pieza, pero tampoco se podrían consumir a menos de 300 metros de escuelas, hospitales y clínicas. Y para que se vea que el asunto va en serio, el anteproyecto prevé una sanción de hasta dos años de cárcel para los bebedores a cielo abierto que violenten esa disposición. ¿Quiere decir entonces que caerían presos quienes sean sorprendidos bebiendo en el Malecón, la Lincoln o el Parquecito Duarte? ¿Cómo se impedirá que los mas de 40 mil colmados y colmadones que existen en el país se pasen por el forro esa ley? ¿Quién protegerá nuestras aceras, calles, plazas públicas y parques del asalto de los bebedores consuetudinarios? La iniciativa, que también restringe el expendio de alcohol para colmados, colmadones, tiendas de licores, mini mercados y otros establecimientos hasta las diez de la noche, no entra en detalles sobre la forma en que se resolverán todos esos problemas de logística en un país donde beber en las calles es parte de su cultura (no olvidemos el factor climático), de su forma de botar el golpe, sobre todo entre los sectores más empobrecidos, que son –nunca lo olvidemos– la mayoría. ¿Tendrán los pobres que esconderse, así sea debajo de la tierra, para beberse un traguito? Independientemente de las bondades del anteproyecto de ley y las buenas intenciones de sus promotores, creo mi obligación advertir al ministro de Interior y Policía que si consigue que le aprueben tal y como está concebida la ley seca que nos quiere aplicar puede olvidarse para siempre de la Presidencia de la República.