QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Muertes absurdas.-  Ignoramos si alguien de la Procuraduría está llevando la cuenta de esas muertes, pero la alarmante frecuencia conque se producen  indica que las cifras tienen que ser, necesariamente, estremecedoras.

El pasado viernes  la desgracia tocó las puertas de una humilde familia de Estancia Nueva de Laguna Prieta, al sur del municipio de Santiago, donde dos niñas con edades de nueve meses y cuatro años murieron calcinadas por un fuego que consumió la casita   donde su abuelo las dejó, junto a otro hermanito que gracias a la presteza conque actuaron sus vecinos pudo salvar milagrosamente la vida, para ir a ordeñar unas vacas. Pero apenas al día siguiente una bebé de un año y seis meses corrió la misma suerte en la comunidad de La Otra Banda, en Higuey, luego de que su madre, una doméstica de 23 años, la dejó con su hermanito de apenas cuatro años, quien aprovechó el descuido para ponerse a jugar con una caja de fósforos. Echele la culpa, si usted quiere, al viejo y terrible drama de nuestra pobreza, al hacinamiento al que esa pobreza condena a millones de hogares en este país. Pero también puede culpar a la falta de guarderías, casas de acogida o como quiera llamársele al lugar donde deberían ser   llevados   esos niños que  a pesar de su tierna edad tienen que bandeárselas solos,  sin un adulto  que los vigile y proteja, porque sus padres andan  por ahí andando y desandando esas calles de Dios   con la incierta esperanza de regresar, si acaso, con el bocado suficiente para engañar el hambre tenaz de cada día. Algo habrá que hacer, así sea una masiva  campaña de concientización y educación a ser difundida por radio y televisión  que recuerde a padres y tutores que no deben dejar solos a los niños, pues nada puede ser más urgente que    evitar la ocurrencia –tan dolorosa como frecuente– de esos fatales accidentes. No es posible seguir cruzados de brazos ante la  horrible  muerte de tantos inocentes.

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