Qué se dice

Qué se dice

El cuento de nunca acabar
La «mano dura» que se prometió aplicar a los comerciantes especuladores tendrá, al parecer, una etapa previa de ablandamiento, para llamar de alguna manera el encuentro al que se convocará a importadores, empresarios y comerciantes para comunicarles el firme propósito del gobierno de proteger el poder adquisitivo de la población, para decirlo al elegante modo del portavoz de la Presidencia, el periodista Rafael Núñez. Una amplia comisión, encabezada por el Secretario Administrativo de la Presidencia, Luis Manuel Bonetti, tendrá a su cargo la encomienda de juntar en el Palacio Nacional a los convocados, que una vez puestos en conocimiento de todo lo relativo a los aumentos de precios, así como despejadas sus dudas sobre qué debe subir y qué no debe subir tras la entrada en vigencia de la reforma tributaria, saldrán de la casa de gobierno mansos como corderitos, arrepentidos de conciencia y corazón de todos sus pecados, y el pensamiento puesto en el bienestar de sus queridos conciudadanos. Y colorín colorado…

El tozudo

El doctor Franklyn Almeyda insiste en su prédica de que los ayuntamientos deben rendir cuentas de los recursos que reciben a través del Presupuesto Nacional, pero esta vez ha ido más allá de la retórica malbaratada en los periódicos o los programas de televisión a los que con tanta frecuencia asiste. Un espacio pagado con su firma aparecido ayer en los periódicos, dirigido «a todos los síndicos del país», recuerda a los ejecutivos municipales su obligación de presentar un informe del uso dado a los recursos que se les asignó el pasado año, tal y como establecen los artículos 10 y 11 de la ley 166-03. Habrá quien argumente, verbigracia el presidente de la Federación Dominicana de Municipios, el síndico de La Vega Fausto Ruiz, que Interior y Policía no tiene facultad legal para hacer esa exigencia, pero en lo que se averigua el caso los síndicos harían bien preparándose para la próxima embestida del doctor Almeyda, conocido por su tozudez a prueba de balas.

De película

No solo los comerciantes y vecinos en los alrededores donde se filman algunas escenas de la película «The Good Sheperd», dirigida por el conocido Robert de Niro, tienen motivos para quejarse por los inconvenientes que la filmación provoca en el desenvolvimiento de sus actividades cotidianas. El pasado domingo en la mañana tanto la iglesia Santo Domingo de Guzmán, al lado del Convento de los Dominicos, como Nuestra Señora de La Altagracia, en la calle Hostos esquina Mercedes, sufrieron una merma considerable de feligreses, ordinariamente numerosos, lo que provocó la justificada alarma de los curas, desconcertados por la sorpresiva pérdida de fe de sus rebaños. Grande fue su cuerda, dicho sea con todo respeto, cuando se enteraron de que fue el acordonamiento de la zona periférica para facilitar los trabajos de la película lo que impidió la asistencia de sus feligreses, pero más grande fue todavía el desconsuelo de los habituales limosneros que merodean esos templos, que ese día se fueron prácticamente «en blanco». ¿Cuándo comprenderán las autoridades que la ciudadanía merece respeto y que por lo tanto debe ser informada con anticipación cuando se producen esos cierres de calles que tantos trastornos provocan?

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