Mercado electoral-. Si nos acogemos a la lógica del presidente de la Cámara de Diputados, quien dice estar opuesto a la reelección indefinida de los síndicos debido a que la gran cantidad de recursos que manejan podría perpetuarlos en sus cargos, tenemos que concluir que también se opone a la continuidad en la sindicatura del Distrito Nacional de Roberto Salcedo, una auténtica carta de triunfo para el PLD en las elecciones congresionales y municipales del próximo año en la que sería su segunda reelección consecutiva.
El doctor Julio César Valentín podría argumentar que Salcedo, uno de los políticos mejor valorados, es la excepción que confirma toda regla, pero el simplismo de su argumento excluye toda posibilidad de que un síndico, al margen de la cantidad de recursos que maneje, sea premiado con el favor electoral de sus munícipes gracias a su buen trabajo, que empieza por invertir los recursos en las obras que verdaderamente interesa y necesita la comunidad. Pero hay otro detalle que Valentín pasa por alto; los síndicos no son, tampoco, los únicos que manejan recursos públicos susceptibles de ser utilizados en prácticas clientelistas, como es el caso de los senadores y su barrilito y los propios diputados, cuyas fundaciones y otras ayudas cumplen la misma función.
No se supone que los recursos que reciben los síndicos sean utilizados para perpetuarse en sus cargos sino para mejorar la calidad de vida de sus munícipes, como tampoco se supone que lo haga un senador o un diputado, y mucho menos un Presidente de la República, pero lamentablemente todos incurren en la misma práctica como parte de un sistema político-electoral que ha devenido en un competitivo mercado donde el voto del ciudadano tiene un precio y gobierna la ley de la oferta y la demanda.