Hermosas palabras.- Ya son parte de la liturgia peledeísta, en las grandes ocasiones partidarias, las visitas a la tumba del fundador del PLD, el profesor Juan Bosch, y qué mejor ocasión que haber obtenido la Presidencia de la República.
Danilo Medina, virtual presidente electo, cumplió con ese obligado ritual al día siguiente de su elección, para jurar ante la tumba del profesor Bosch que honrará su memoria y legado político haciendo un gobierno ético y moral, al servicio de los más débiles y necesitados, pero también para pedirle a Dios que lo proteja de la vanidad, la prepotencia y la arrogancia que con tanta facilidad seducen a los poderosos.
El escenario le pareció igualmente propicio para enviar, claro y directo, un mensaje en el mismo tono a los funcionarios que le acompañarán en el gobierno: sean personas simples, no se sienten arriba ni vean a los de abajo empequeñecidos. Horas antes, en un emotivo discurso que pronunció en la Casa Nacional, Medina tendió un ramo de olivo al candidato perdedor Hipólito Mejía, de quien dijo fue reivindicado por el pueblo, convocó a todas las fuerzas sociales del país para hacer frente juntos a los problemas que agobian a la nación, y reiteró que cuenta con una propuesta programática con la cual encaminará a la nación por una ruta de progreso y desarrollo que permitan elevar la calidad de vida de la gente.
Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que a partir del 16 de agosto, cuando suelte la guitarra y agarre el violín, el hoy presidente electo cambie la canción y la melodía (desde el Palacio Nacional las cosas se ven muy distintas), pero sería una mezquindad negarle el beneficio de la duda y no darle la oportunidad de que demuestre que son algo mas que hermosas palabras.