Qué se dice

Qué se dice

Hasta ahí no
Es de esperarse que el síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, se coloque a la altura de las circunstancias y haga legítimo uso de las atribuciones que le confiere su cargo para hacer cumplir la disposición municipal que prohíbe a cualquier particular –incluidos los colegios bilingües de postín- apropiarse de las aceras destinadas al uso de los peatones, como es el caso de la barrera de seguridad de acero y cemento que construye sobre la acera el colegio Carol Morgan.

Ya hubo que aceptar como un hecho cumplido una barrera similar en la César Nicolás Penson por tratarse de la embajada de los Estados Unidos y la histeria antiterrorista que se ha convertido en la razón de existir de la administración Bush, pero hacer extensivas esas medidas, odiosas y extremas, a todo lo que huela a intereses norteamericanos en el país y en desmedro, como es el caso, de la seguridad de los ciudadanos dominicanos en su propia casa es sencillamente demasiado. Y hasta ahí, señor síndico, no podemos llegar, aunque lo pida el propio Tío Sam disfrazado del siempre simpático y generoso Santa Claus.

El buen hijo…

Muy entusiasmado se ve al licenciado Fernando Alvarez Bogaert ante la posibilidad de regresar a la organización política de la que renunció en 1994, el Partido Reformista Social Cristiano entonces timoneado por el doctor Joaquín Balaguer, ya que los contactos hasta ahora realizados con la cúpula reformista parecen augurar un feliz regreso a la que siempre ha sido, como se jacta de proclamar, su casa natural, donde aprendió los primeros rudimentos de lo que ha sido la pasión de si vida; la política. Ese regreso, para ser más gratificante, podría ser por la puerta grande si se dan los cálculos del licenciado Alvarez Bogaert, sobre todo si se atan los cabos correctos, pues sería como candidato a senador por la provincia Valverde, el terruño natal, un verdadero premio para un hombre que confiesa sin rubor que para volver junto a sus compatriotas está dispuesto a hacerlo como guardia raso y sin poner condiciones.

Valoraciones

El sorprendente ascenso, en la valoración pública, del ex presidente Hipólito Mejía, superado tan solo por monseñor Agripino Núñez Collado, el desfacedor por antonomasia de los inacabables entuertos nacionales, y el presidente Leonel Fernández, catapultado al Palacio Nacional por el 57% del electorado que le votó hace poco más de un año tenía una explicación, y mucho más sencilla de la que hubieran imaginado politólogos y políticos: un simple y humano error. Así que ya no hay motivos para seguir devanándose los sesos o culpar, como en otras ocasiones, a la extraña generosidad -para llamarlo de alguna manera- de los dominicanos para con los políticos que tan mal le han «servido», a quienes suelen tratar con mayor indulgencia de la que estos merecen.

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