Qué se dice

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Chantaje
Desde que arrancó, a toda máquina, el Metro de Diandino, se nota un gran «hervidero», para decirlo en dominicano, entre las asociaciones de choferes y federaciones de transportistas, unos porque sienten que serán afectados negativamente por la entrada en funcionamiento del nuevo sistema de transporte masivo y desde ya quieren «que le saquen lo suyo aparte», otros porque se han dado cuenta de que ofrece una magnífica oportunidad para pescar en río revuelto, que en el caso de los transportistas siempre son buenos negocios.

Ahora resulta y viene a ser que el gobierno le debe 200 millones de pesos a decenas de propietarios de autobuses por concepto de arrendamiento, según un contrato suscrito en 1998, los mismos que ayer piquetearon el Palacio Nacional, donde entregaron un documento en el que hacen constar lo que reclaman y porqué lo reclaman. Y adivinen qué harían esos transportistas si el gobierno, como se espera, se niega a pagarles lo que según ellos se les debe: paralizar los trabajos del Metro. Ese abrazo contemporizador del ingeniero Diandino Peña, hace unos cuantos días, a los revoltosos de FENATRADO que bloquearon con sus camiones la avenida Máximo Gómez para exigir una «compensación» por los daños y perjuicios del Metro nos va a salir muy caro, y eso que el chantaje apenas empieza a enseñar sus largos colmillos.

Enhorabuena

Después del anuncio del mayor general Bernardo Santana Páez de que a partir de ahora estará funcionando un «Corredor Universitario» que ofrecerá protección a cerca de 350 mil estudiantes de las principales universidades que funcionan en el Gran Santo Domingo no hay más remedio que felicitar a la Policía Nacional por la feliz iniciativa, deseando -eso sí- que el invento dure mucho más que la dicha en casa de pobre. El próximo paso, ahora que están apareciendo los agentes «desaparecidos» para poder enviarlos a las calles, es cumplir con la promesa hecha a más de diez barrios de la zona norte del Distrito Nacional de hacerlos beneficiarios del Plan de Seguridad Democrática, con Harley Davison incluídas, que tan buenos resultados ha dado en Capotillo. Dicen que quien espera lo mucho espera también lo poco, pero también dicen que esperar desespera. Y si bien es verdad que esa gente no se va a morir de impaciencia, sí podría matarla, el día menos pensado, la delincuencia con la que están obligados a convivir.

La encuesta

Cuando la Universidad Autónoma de Santo Domingo anunció que haría un censo entre sus estudiantes mucha gente se preguntó para qué, hasta que se explicó que gracias a esa medición sus autoridades podrían rediseñar los programas y horarios de la academia para que estén más acordes a las necesidades del estudiantado. El censo, al fin, ya se hizo, pero ha surgido un pequeño inconveniente que ahora no permite a la UASD beneficiarse de sus hallazgos: hace falta un escáner digital que lea las hojas electrónicas. Lo paradójico del caso es que mientras sus autoridades se afanan buscando aquí y allá los recursos que hacen falta para traer, a más tardar en enero, ese indispensable equipo, en su campus se realizan obras millonarias, como es el caso de los RD$620 millones de pesos que se invirtieron en remodelar y equipar la nueva biblioteca Pedro Mir, a los que hay que sumar los RD$125 millones que se han destinado para remozar la rectoría y el Aula Magna.

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