La pupila.- Sin querer queriendo, el bajadero que encontró la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, para sustentar el archivo definitivo de la querella contra el expresidente Leonel Fernández y la Fundación Global que interpuso el doctor Guillermo Moreno ha permitido dar con la explicación histórica de porqué no hay un solo político preso por corrupción en las cárceles dominicanas: no hay leyes conqué sancionar las mil y una formas de las que se han valido para enriquecerse a costillas del Estado dominicano. Pero el mérito no es tan solo de la joven fiscal, quien tuvo que fajarse a escudriñar en nuestras leyes y códigos, hasta remontarse al siglo XIX, para detectar ese agujero negro en nuestro sistema jurídico, sino también del presidente del Movimiento Alianza País, pues sin la valentía de quien se atrevió a acusar de corrupción a un expresidente de la república no hubiéramos descubierto que estamos tan jodidos. Hay que suponer que el doctor Radhamés Jiménez, exprocurador general de la república, está muy complacido con el feliz desenlace de esta historia. Su pupila no lo decepcionó.
Ejemplo a imitar.- El ayuntamiento socialista de Gilberto Serulle en Santiago podría haber encontrado la solución a la mala costumbre criolla de arrojar basura en las calles, responsable de que nuestras ciudades se hayan convertido en gigantescos vertederos: detener y someter a la justicia a quienes sean sorprendidos en esa fea práctica. Desde que se puso en marcha el sistema de vigilancia municipal la pasada semana han sido sometidas a la justicia más de cien personas, a las que se les impuso una multa y se les ofreció una charla educativa. Ojalá que Serulle pueda mantener y consolidar su sistema de vigilancia y sanción de quienes arrojan basura a las calles, pues sería una experiencia digna de ser imitada por otros ayuntamientos que sufren la falta de civismo de sus munícipes.