QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
¡Fiesta y mañana gallos!.-  Al participar en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, la doctora Mirtha Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para América Latina, fue lo suficientemente clara como para no dejar espacio a las dudas y las interpretaciones acomodaticias: 

de no mejorarse los controles sobre los focos ya detectados de la influenza aviar, sobre todo en el caso de las trabas de gallos, el país corre el riesgo de que el problema se vuelva completamente inmanejable y el virus mute hacia una variedad nociva para  los seres humanos como lo es el HCN1. Por eso la funcionaria recomendó a las autoridades dominicanas la prohibición, al menos por un mes, de las peleas de gallos en todo el territorio nacional, a fin de reducir a su mínima expresión la movilidad de los animales y mantener una  vigilancia más rigurosa sobre los posibles focos. Igual recomendación hizo al gobierno la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura  (FAO) con respecto al manejo de la enfermedad, como parte de un informe contentivo de otras diez recomendaciones  para enfrentar la presencia del virus aviar en el país, recomendaciones que las autoridades, que han rechazado tajantemente algunos aspectos de ese informe, han seguido el pie de la letra, a excepción, como es evidente, de las peleas de gallos. Fuera de discusión está que las peleas de gallos, tan populares en nuestros grandes centros urbanos como en los  más apartados rincones del país, son parte de nuestra idiosincrasia, que a través de ellas se expresa el machismo y la violencia latentes en nuestra cultura,  pero como se trata de un asunto tan serio, donde está en juego incluso la desaparición de esos animales como ocurrió con los cerdos a causa de la peste porcina, es de suponerse que los galleros y amantes del “deporte” del pico y las espuelas serán capaces de hacer el sacrificio. Ya se sabe, porque ha salido en  los periódicos, que el secretario de Deportes está de paños y manteles con los galleros, a los que ha prometido un matrimonio sin divorcio con el gobierno peledeísta, pero como se trata de un asunto con el que no se debe jugar a la demagogia ni la politiquería hay que asumir que el gobierno sabrá actuar con la responsabilidad y la firmeza que exigen las circunstancias.

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